Algunos
antioxidantes psicológicos contra
—Aprender a
criticar menos a los demás y a uno mismo.
— Intentar
descubrir lo positivo en uno mismo y en los demás (por cada crítica tratar de
encontrar al menos tres cosas positivas).
—En lugar de
estar “quejándose de todo y de todos” intentar sentir gratitud por las cosas
buenas y agradables de la vida.
—Perseguir
al “si se puede” y escapar del “no voy a poder”.
—Comprometerse
más con uno mismo. Están bien los compromisos con los demás sobre todo si los
queremos, pero no está mal orientarse algo más a los gustos, preferencias y
necesidades personales.
—Bromear
más, reírse más, buscarle el lado divertido a las realidades de la vida, sean
buenas o malas.
—Disfrutar
más del trabajo, poder tomarse pequeños respiros durante la jornada laboral,
sin sentirse culpable.
— Aprender a
decir “sí” a todo lo que nos llena de energía y vida. Puede ser dormir más
horas, visitar amigos queridos, tener más contacto con la naturaleza, jugar con
un niño o simplemente escuchar música de nuestro agrado.
—Aprender a
decir “no” a aquello que nos cansa, aburre, o no cumple ningún fin lógico en
nuestra vida. Por ejemplo, ir a reuniones sociales que no nos interesan, o ir a
ver un espectáculo que no es de nuestro agrado para no “defraudar” a alguien.
—Buscar
siempre que se pueda el lado luminoso de las cosas, dejar de ver y buscar
catástrofes y cosas terribles en todas partes. Por ejemplo, en vez de hablar
constantemente de los defectos de fulano y mengano, intentar por un momento
descubrir alguna virtud en alguna persona y comentarlo.
—Obedecer
menos a la tiranía del “debería” y “tendría” y prestar más atención a la voz
del “me gustaría”.
—Dejar de
culpabilizarse por los errores del pasado. Eso ya fue y no lo podemos cambiar.
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